-Señor, los primeros informes indican que cuatro transportes han sido destruidos por las rocas y un quinto ha perdido uno de los impulsores, ha conseguido aterrizar en la superficie pero no puede seguir. El resto de transportes siguen llegando, señor- dijo el Almirante Nahm unos instantes después del mensaje de Zagor.
-Que un grupo de guardas se acerquen al lugar donde está el transporte dañado y que empiecen la evacuación de los civiles- dijo Zagor, que vino seguido por la respuesta marcial del almirante. Cuatro transportes. Eso son unos 4000 civiles muertos. Zagor se desanimó, sabía que había hecho lo que había podido, pero le había fallado a esas 4000 personas. 4000 personas habían muerto por las rocas que él había formado por la explosión que él planeó. No pudo evitar darse la culpa de esas 4000 muertes, y probablemente serían más por el transporte accidentado. No podía evitarlo. Yojima le sacó de su ensimismamiento, tenía algunas lecturas sobre la situación en Hauss.
-Zagor, he recibido lecturas sobre descargas energéticas en el área cercana a la flota klarbulana. Seguramente debe ser que ahora les están llegando los restos de la explosión- dijo Yojima. Tras una pausa añadió -Que extraño… hay una lectura de una descarga continua de energía, no es la descarga de un cañón, ni de un escudo, es demasiado grande… No consigo identificarlo-
Zagor tuvo un mal presentimiento. ¿Una descarga de energía continuada? Los cañones de punto provocan una descarga de esas, pero no se vería solo una sino centenares, y con discontinuidad, no de forma constante. -Almirante Nahm, ¿tenemos alguna manera de ver lo que está ocurriendo en Hauss?-
-Tenemos un satélite de observación intacto, señor.- el Almirante hizo una pausa -Ehm, no sé cómo describir lo que veo señor… parece… parece como si algunas de las naves klarbulanas estuvieran concentrando su energía en la parte delantera, señor. El resto de naves se dedican a disparar a las rocas que se les lanzan encima, parece que alguna de esas naves ha sido alcanzada, pero solo naves de pequeño tamaño.-
-Están activando los cañones de Polarones- dijo Yojima de forma tajante. Zagor no se lo creía. En su interior deseaba que ese ataque de los Klarbul hubiera sido solo un saqueo, pero ahora sabía que no era así, iban a destruir el asteroide entero. Y tras Hauss destruirían Edros. No dudó ni un segundo.
-¡Almirante! ¡Empiece la evacuación del asteroide! ¿Cuál es el destino más cercano?- dijo Zagor atenazado por el miedo de perder a toda la población de Edros.
-Molikar, señor. De inemdiato empezamos la evacuación- dijo el Almirante, que cortó la comunicación.
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El Almirante se separó del comunicador y se acercó al grupo de personas que estaban cerca de él, entre ellos había Adir y el propio Presidente. Al acercarse, todo el mundo se apartó para hacerle un hueco y detuvieron su conversación. -El general Zagor ha ordenado la evacuación inminente del asteroide, presidente, nos ha indicado Molikar como nuestro rumbo.- dijo.
El presidente bajó la cabeza, pensativo. Tras unos instantes el científico, que se encontraba entre ellos, habló con nerviosismo -Señor, las lecturas que hemos recibido indican que los cañones de polarones se están cargando, ¡Hauss está condenado! Si no…-
-Ya lo sé, señor Sabinskyi, gracias.- dijo el presidente, cortando bruscamente al científico. -Adir, creo que ha llegado el momento de que utilicemos nuestra última carta.- Adir lo miró, y tras un segundo hizo un gesto de aprobación con la cabeza. Adir salió de la sala sin mediar palabra. El presidente se dirigió a la docena de personas que tenía alrededor, que lo miraban con cara de expectación.
-Caballeros, debo pedirles disculpas, hemos estado trabajando de forma secreta en una nave de transporte de gran tamaño. Muchos de los científicos de este asteroide han trabajado toda su vida en ella, pero no podían decir nada, como comprenderán una nave así podría haber armado mucho revuelo en la población con su típico alarmismo. El señor Sabinskyi, aquí presente, es uno de esos científicos, espero que lo disculpen, pero tenía órdenes claras de no hablar de ello antes que yo o el señor Adir lo hiciéramos.- Todo el mundo se giró para mirar al científico, quien no pudo evitar bajar la cabeza en señal de aprensión.
-Bien señores, esta nave se encuentra bajo el Hangar número 20, muy cerca de aquí. Quiero que empiecen la evacuación del asteroide. Esta nave tiene capacidad para 100.000 personas, si es realmente grande.- Dijo al ver la cara de estupefacción de algunos miembros. -Aún así, como ven no cubre la mayoría de la población, quiero que hagan lo siguiente. Quiero que todos los transportes excepto los que vienen del sector 1 al sector 14 salgan ahora mismo en dirección a Molikar, muchos de estos transportes no llegarán, pero tendrán más posibilidades si se alejan ahora mismo. Los de los sectores del 15 y 23 irán a la nave “Clarice”. Si, así la hemos llamado. Almirante, quiero que distribuya sus guardas entre los trasportes y que partan de inmediato, el resto, seguidme.- dijo el presidente, que añadió -Cuando haya terminado venga usted también, Almirante-
-Señor, ¿informo al general Zagor?- dijo el Almirante girándose hacia el grupo de directivos, que ya se iban.
-Dígale que la evacuación está en marcha y que pronto empezará a ver salir transportes- dijo el Presidente.
Tras decir eso, uno de los guardas que estaba siguiendo el movimiento de la flota klarbulana utilizando el satélite se acercó corriendo a los dirigentes. -¡Mi señor! Creo que hay una cosa que debería ver, vengan por favor.- Todos le siguieron. Mientras se dirigían a las pantallas el Almirante ordenó a los guardas que pusieran en marcha la evacuación tal como había dicho el presidente.
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De repente se hizo un silencio inesperado, como si un zumbido casi imperceptible que había estado sonando durante todo el rato hubiera cesado. Yojima abrió el comunicador.
-¡Zagor, las descargas de energía han cesado!- Esa frase congeló a Zagor. No sabía porque pero quiso girarse para ver Hauss.Sabía que a simple vista no vería nada, pero gracias a la transmisión que recibía del satélite de Edros, pudo ver como los tres cruceros de la flota tenían una especie de aura rojiza en su parte delantera.
Tras unos segundos de silencio las tres naves abrieron fuego. Tres rayos blancos cruzaron de forma simultánea el espacio que había entre la flota y la superficie de Hauss, donde impactaron en el mismo punto exacto. Tras un segundo apareció del punto de impacto un pequeño anillo de explosiones que se iba extendiendo de forma lenta y continuada. En el área arrasada por el anillo, solo quedaba la roca completamente negra.
Había un silencio inmenso. Solo se oía un ligero crepitar, fruto de las continuas explosiones en la lejana superficie de Hauss. Ese era el sonido de millones de personas muriendo, el silencio. Zagor no lo podía creer, estaban presenciando una masacre y no podían hacer nada, solo mirar. Y llorar. Llorar de rabia por no ser capaz de evitarlo, llorar por querer destrozar esas naves con tus propias manos y no poder hacerlo. A Zagor se le llenaron los ojos con lágrimas llenas de rabia y odio. El desánimo lo llevó y perdió la noción del tiempo. No supo cuanto rato estuvo mirando la destrucción, pero no se movió hasta que el anillo de explosiones perfiló toda la superficie de Hauss y la dejó completamente negra. Las explosiones cesaron, y tras ellas solo quedó una roca muerta, sin vida ni parajes maravillosos. Sin personas disfrutando de esos parajes…
Golle abrió el comunicador. -Zagor…- hizo un larga pausa -Debemos irnos, nos necesitan en Edros-
Zagor no reaccionó hasta un rato después. Entonces viró su nave y volvió a ver Edros. Lo veía oscuro, triste, apagado. Sabía que era fruto de su sufrimiento, pero no podía evitar el desánimo. Pilotaba la nave sin saber que la pilotaba, con la mirada perdida hacia el frente, sin mostrar ningún tipo de sentimiento. No tenía fuerzas para mostrar nada. Es más quería desaparecer de allí y maldecir para siempre el día que se le ocurrió destruir la roca que venía hacia Edros.
-Yo también siento lo mismo que tú, Zagor, ojalá pudiera arrancarles la cabeza a cada uno de ellos con mis propias manos y hacerles sufrir por lo que han hecho- La voz era de Leth, quien había permanecido en silencio durante casi toda la misión, seguramente para no provocar comentarios de Max. En su voz había odio, mucho odio. Viniendo de un klarbulano es realmente raro, y más aún si ese klarbulano quiere caer bien intentando no dar la nota.
-¿Incluso si tu familia estuviera a bordo de esas naves?- comentó Max. Realmente el comentario fue muy desacertado, Max era un profesional en eso, pero Leth no vaciló ni un momento y le contestó con la misma rabia que antes. -Mi familia murió el día que dejaron que me ejecutaran-
Tras ese intercambio de comentarios el Almirante Nahm se puso en contacto con el escuadrón. -General, la evacuación está en marcha. Han empezado a partir transportes hacia Molikar y están en camino los supervivientes del transporte accidentado.- “¿Para qué?, si no vamos a salir vivos de esta”, pensó Zagor. No contestó, ni siquiera hizo el intento. Estaba harto, harto de todo, harto de tanta muerte y tanta destrucción, harto de no poder hacer nada. Harto de vivir.
-De acuerdo Almirante Nahm- dijo Golle un poco indignado al ver que Zagor no reaccionaba. -¡Maldita sea, Zagor! ¡Así no nos sirves de nada! ¿Crees de veras que hemos hecho lo que hemos hecho para nada?- Esas palabras despertaron a Zagor, pero aún así no veía ninguna salida, ¿de qué serviría todo si al final Edros iba a ser destruido igual que Hauss?
-El cara-pelota tiene razón. Hauss estaba sentenciado antes de que empezáramos todo, ¿de verdad crees que podías hacer algo? ¡Pues claro que no! Tienes dos cañones y nada más. Con eso puedes freír algunas naves pero no salvar un jodido asteroide de una flota bien armada. Además, que estés así no es bueno para mis intereses, me gustaría poder tomar un trago esta tarde, ¿sabes?, así que más te vale espabilar o me largo.- añadió Max, que parecía haberle leído el pensamiento.
“Tienen razón”, pensó Zagor. No servía de nada desanimarse, solo servía para morir. Si moría él no le importaba, pero sabía que también arrastraría a la muerte a todo su escuadrón, y sabía que lo seguirían, aunque Max dijera que prefiere un buen trago antes que a sus compañeros.
-A ver chicos, siento cortaros el rollo pero la flota está virando tomando rumbo a Edros, no creo que tengamos mucho tiempo.- dijo Yojima. Hizo una pausa -No lanzan la flota al ataque, van en bloque… eso quiere decir… ¡qué creen que tenemos armas planetarias!, ¡seguramente lo creen por la explosión de la roca!. Eso nos da cierta ventaja, tardarán bastante más si avanzan en posición defensiva.- parecía un poco aliviado al descubrir que la flota tardaría aún un rato en llegar.
La información facilitada por Yojima y el hecho de ver a tres o cuatro transportes abandonando Edros repuso a Zagor, y se dio cuenta que no todo estaba perdido. No tenía tiempo para lamentarse, tal como ya se había percatado antes de la destrucción de Hauss. Si su escuadrón se pudo salvar de una muerte casi segura en la explosión de la roca también podía salvar a la población del asteroide.
-¡Almirante Nahm!, ¿cuántos trasportes quedan en superficie?- dijo con una voz bastante autoritaria.
-Unos noventa señor, otros sesenta ya están en ruta- contestó el Almirante.
-¿Noventa? ¿Qué ha ocurrido con el resto de transportes?- replicó Yojima al contar y ver que eran muy pocos para la población a evacuar.
-Disculpen, caballeros, pero se ve que el Presidente tenía una pequeña sorpresa guardada para estas situaciones. Acérquense al sector 22 y lo verán.- dijo el Almirante, haciéndose el interesante sin dejar de ser marcial.
“¿Una pequeña sorpresa?”, pensó Zagor. No creía que fuera ningún tipo de arma porque se la habría facilitado para destruir el meteoro procedente de Hauss que amenazaba Edros. Calculó que había aproximadamente unas 150.000 personas en los transportes, así que faltaba una parte considerable de la población por encontrar transporte. La cosa no pintaba bien, hasta que llegaron a las inmediaciones del sector 22.
Cerca del hangar 20, en el sector 22, una nave plateada descomunal levitaba a baja altura por encima de la superfície. Tenía una forma de semilla de girasol, pero aumentando su tamaño millones de veces. En la parte más delgada, la delantera, se alzaban un gran número de antenas que circundaban una apertura de acerglass que Zagor suponía que era la cabina. En sus laterales se abrían un gran número de entradas de hangar en las que no paraban de entrar naves transportadoras por los dos lados. En la parte trasera tenía cuatro impulsores integrados en el casco y otros cuatro externos, que Zagor suponía con alegría que esos externos serían los propulsores de salto estelar de la nave.
-Bienvenido, general Zagor, le presento a “Clarice”. Disculpe el secretismo, pero no creíamos necesario exponerla hasta un verdadero peligro, y creo que después de lo que ha ocurrido en Hauss se puede considerar un verdadero peligro.- dijo la voz del presidente desde el transmisor.
Tras decir eso una explosión en el lateral derecho de la nave de Zagor lo sacudió y le hizo perder la estabilidad.
-¡Una avanzadilla!- dijo Leth con voz de aviso. De pronto todo el escuadrón Zagor se giró hacia las naves enemigas. Zagor recuperó el control y se unió al grupo. -¡Estoy bien, solo es daño de casco! ¡Acabemos con ellos!-
Al frente de ellos un grupo de una veintena de cazas klarbulanos se precipitaban a toda velocidad contra el escuadrón. Los cazas de la flota de Klarbul son unos tri-alas con la cabina en la parte delantera, la cual lleva dos cañones de iones. “Por suerte estas naves no llevan armas de punto, los transportes están aún medio seguros” pensó Zagor. El escuadrón activo sus escudos y avanzaron en línea recta a los cazas, cuando los tuvieron a tiro, los cinco empezaron a disparar. Zagor identificó dos explosiones justo antes de cruzarse con el resto de cazas klarbulanos. Hizo un viraje en redondo usando una combinación de loop y tirabuzón para recuperar la posición justo detrás de las naves klarbulanas. Tras las naves pudo ver a “Clarice”, que había activado unos escudos de iones.
Los cazas klarbulanos se dispersaron y empezaron a volar por todas partes cruzándose constantemente con las naves del escuadrón que protegía el transporte gigante. Zagor consiguió poner en mira a un caza y lo destruyó con tres disparos, pero acto seguido recibió dos impactos en el escudo por parte de otro caza que cruzó en diagonal. Volvió a virar y vio como Golle y Leth destruían dos cazas más. De pronto una explosión por encima de su cabina cruzó haciendo un ruido metálico. La onda expansiva era plana y circular. Se trataba de las cargas sísmicas de Yojima. Seguro que alcanzó a alguna nave.
Tras la explosión se le puso un caza justo detrás disparándole a diestro y siniestro. Concentró la energía en los escudos traseros y frenó en seco la nave. El caza klarbulano desvió su trayectoria, pero no pudo evitar el choque con el escudo de Zagor. Impactó en el ala superior y la destrozó, lo que le hizo perder el control. Zagor aprovecho para asestarle un disparo y freírlo.
Viró su nave y se encaró al lugar por donde debía venir la flota klarbulana, y vio que tres de los cazas huían de la batalla. Max destruyó uno de ellos durante su trayecto. Tras los cazas se veían las naves de la flota. Estaban muy cerca, habían roto la formación de defensa y avanzaban a toda prisa. Las fragatas estaban al caer, y estas sí llevaban armas de punto.
-¡Maldita sea!- dijo Zagor -¡¿Cómo va la evacuación?, los Klarbul están aquí!-
-Ya está lista, señor.- dijo el Almirante Nahm. Fue un alivio, al menos saber que “Clarice” estaba llena. -Estamos listos para hacer el salto a Molikar-
-¿Y el resto de transportes?- preguntó Golle, sabiendo que los transportes rutinarios no tenían propulsores estelares.
-No podemos hacer nada, señor, lo siento- respondió con tristeza el Almirante. Esas palabras destrozaron otra vez a Zagor por dentro.
-General Zagor- dijo de pronto la voz del presidente -Necesitamos que escolte a “Clarice” hasta Molikar, ¿cree que su escuadrón podrá hacerlo?-
-Si, señor- dijo Zagor, aun con la idea de que el resto de trasportes iban a ser destruidos. De pronto recordó que habían instalado el propulsor de salto a la AnIn-1300 del cabo Athel. No podía tomar el hiperespacio.
-Zagor, no tienes propulsor de salto estelar.- dijo Yojima suave, como si no quisiera herir a Zagor con su comentario.
-Tienes razón, debo ir dentro de la nave, no tengo propulsor estelar.- dijo Zagor con voz triste y apagada.
Tras eso, no se dijo nada más. Zagor tomó rumbo a uno de las entradas de los laterales de “Clarice” y entró en ella. El resto del escuadrón se puso en posición para escoltar la nave. Tras entrar en el hangar, vio como llegaban las fragatas klarbulanas a la órbita del asteroide. No reaccionó, estaba exhausto y desolado.
Los primeros rayos de los cañones de punto empezaron a brillar en el espacio y hubo las primeras explosiones. La nave empezó a notar las primeras sacudidas. Zagor entró en el ascensor que lo llevó hasta el puente de mando. Estaba cabizbajo, nada había salido bien, ni la misión, ni el envío de ayuda con el cabo Athel, nada,todo en vano. Edros y Hauss serían destruídos sin ninguna posibilidad de rendición.
Cuando estuvo allí vio a un montón de personas en las esquinas, todos silenciosos. En los controles había guardas y dirigentes de Edros, todos vitoreándole y dándole ánimo mientras cruzaba el puente, donde en el otro lado le esperaba el presidente. Pero él no estaba contento, estaba destrozado. Se dejó caer sobre su sillón al lado de los comandantes y del presidente, quien no dijo nada. No hacía falta decir nada, estaba tan destrozado como él.
En una esquina de la apertura de acerglass pudo ver los tres cruceros de la flota klarbulana. Habían llegado a la órbita y tenían sus cañones de polarones preparados. Las fragatas seguían destrozando todo transporte que encontraban a su paso. Mil personas morían en cada explosión.
-“Clarice” y su escolta están listos, señor- dijo un guarda, dirigiéndose al presidente.
-Adelante- respondió este. Tal como dijo eso los tres cruceros abrieron fuego sobre Edros de la misma forma que lo hico con Hauss. Y tras ese momento Edros desapareció de la vista y se hizo el silencio. Estaban en el Hiperespacio, viajando hacia Molikar.
Una madre con su hijo, que se encontraban en el puente, se acercaron a Zagor. El niño era muy pequeño y lo llevaba su madre en brazos. Al acercarse, el niño le cogió la barbilla a Zagor. Eso le reconfortó.
-Gracias- dijo la mujer con lágrimas en los ojos.